Al final del plan
Al final del plan, quizá lo hayas supuesto, está la secreta intención de hacerme amigo de todos los empleados de las gasolineras de todos nuestros lugares comunes, e incluso de los puntos de la línea de puntos que une nuestros lugares comunes. Conversar cinco minutos una vez, diez otra, quizá una hora entera mientras el aire rellena los neumáticos, con esos personajes de las tres de la mañana el cigarro encendido en la oscuridad de los grillos, esos que se preguntan quizá si algún día las letras anaranjadas de REPSOL se fundirán y vendrá un técnico a repararlas o si pasarán treinta años al servicio de tan renombrada empresa refinera y las luces, unas miserables luces, les sobrevivirán en la carretera y en los libros de historia y en el lugar del fondo de la memoria donde quedan las imágenes impresas. Ser quien enciende el cigarro alguna vez, y quien asiente después de dos horas de viaje en la parada reglamentaria y necesaria fisiológicamente, cuando la barba que nace después de ocho ho...